viernes, 26 de agosto de 2011

CAPÍTULO 22. La pareja del alma, remisa.




En la historia de Jacquelín, el oportuno descubrimiento del libro, "Destino de las almas", y una llamada telefónica que la llevó a experimentar su regresión espiritual, le proporcionaron los entendimientos que buscaba desesperadamente. Jacquelín era persona honrada, digna de confianza y trabajadora, que odiaba tanto a su cuerpo como y a sí misma, y que no podía establecer las relaciones amorosas que tanto deseaba. Tenía problemas de celos, se resistía al compromiso, era desconfiada y sentía que su vida no iba a parte alguna. Las revelaciones de la sesión le llevaron a descubrir a su compañero del alma, y toda una nueva perspectiva con respecto a su vida y el propósito de ésta.

ESTA FASCINANTE HISTORIA comenzó una tranquila tarde cuando, de repente, recibí una llamada telefónica de alguien que estaba, casi, en estado de pánico. Quien llamaba era una mujer, de cuarenta y nueve años, llamada Jacquelín, que estaba en medio de una experiencia que no entendía, y se sentía muy preocupada por cómo ello afectaba a su vida y a su cordura.
Pasamos más de una hora al teléfono, en parte para que su ansiedad se fuera diluyendo, pero también porque me di cuenta de que la escuchaba con creciente interés y excitación. En su historia faltaba algo, y yo tenía la abrumadora sensación de saber lo que podía ser. No conocía los detalles, por supuesto, pero sabía cómo podríamos rellenar los huecos. Le ofrecí posibles explicaciones, respondí algunas de sus preguntas, y escuché mucho. Finalmente, acordamos que el proceso podría ser una manera de poner, en perspectiva, su vida actual y su vida en el más allá.
La vida de Jacquelín tenía su dosis de dificultades, tanto económicas como emocionales, y había vivido un momento particularmente difícil un año atrás; su intento de suicidio, cortándose las venas con un cuchillo de cocina, se plasmaba en unas cicatrices de su antebrazo derecho. Me dijo que, a medida que pasaba el tiempo, y con un historial de relaciones insatisfactorias, cada vez le resultaba más duro confiar, y comprometerse, con alguien. Lo que quería conseguir parecía, cada vez, más difícil de alcanzar, según sus palabras:

"Durante buena parte de mi vida adulta he sido soltera. Incluso en las relaciones que he mantenido, a menudo me he sentido sola. El punto culminante tal vez fue un compromiso, de doce años, con el padre de mis hijas. Y eso acabó porque a él ya no le importaba la relación, y yo no podía entender por qué. Verdaderamente, quiero una relación adulta y amorosa. Me gusta el sexo y la gente, y trabajo duro, tanto en mi empleo como en casa. No es fácil pasar la mayor parte de tu vida como madre soltera, y durante este tiempo, mis padres, benditos sean, han participado en muchas misiones de rescate de su pobre hija, soltera e insolvente".

Aunque las cosas no le van especialmente bien, ella reconoce, abiertamente, que otros lo han pasado peor, y a menudo se censura por querer más, de su vida. Es valiente, y capaz de tomar decisiones racionales para resolver asuntos prácticos. En ausencia de una relación sexual amorosa, y de la estabilidad emocional necesaria para formarla, el planteamiento práctico tal vez sea buscar, exclusivamente, el aspecto sexual. Como sus barreras emocionales están firmemente asentadas, tiene que superarlas consumiendo bebidas alcohólicas, para poder participar en encuentros sexuales sin compromiso. La capacidad de realizar este planteamiento demuestra el lado práctico, y racional, que tan claramente define a Jacquelín, y a sus experiencias de vida, hasta la fecha.
Seis meses antes de que sintiera el impulso de llamarme, Jacquelín estableció contacto con, Pól, en una página gueb dedicada a emparejamientos. Este encuentro tuvo un impacto significativo en ella. Al respecto, dijo; «Cuando vi su fotografía por primera vez, todo mi pecho sintió un cosquilleo de excitación. Era tan guapo».
Pól, y Jacquelín, comenzaron una relación a distancia, algo que pocas personas son capaces de mantener. Sus comunicaciones, tanto verbales como cognitivas, eran, y siguen siendo, espirituales y telepáticas. Nunca se han encontrado en persona, y los únicos contactos, «reales», que han tenido, han sido por teléfono.

Jacquelín contó que, "Pól y yo, sólo hemos hablado cuatro veces por teléfono, y hemos intercambiado unos pocos escritos, pero nunca nos hemos encontrado en persona. En el mundo metafísico, hemos pasado muchas noches juntos, y hemos hablado mucho en el lenguaje de la mente; he sentido su cuerpo, sexual y amoroso, acurrucado junto al mío en esas horas tempranas, antes de ir a trabajar. Me ha llevado en viajes maravillosos, a muchos lugares y, realmente, es mi compañero de alma, y mi guía. Y, sin embargo, en medio de todo esto, no podemos encontrarnos, y no puedo satisfacer los anhelos humanos más necesarios. Él no puede venir a mi vida, porque está dañado y me dañaría, pero sigue estando ahí".

Podemos decir que, su intimidad interdimensional ocurría a todos los niveles, y para ella era tan real como la vida misma. Él la llevaba a lugares maravillosos y le daba apoyo cuando estaba necesitada, según contó:

"Pól me mostró quién era. Al principio, vi a un hombre medicina indio, de pie, delante de su tipi, cuidando de su pueblo. Era un hombre bueno y orgulloso, era respetado y querido. Después, había una mujer junto a él, y ella se sentía orgullosa de estar allí. Amaba a su hombre; él podía ser un hombre medicina, pero ella era la fuerza que le sustentaba. Esa mujer era yo.
La relación entre Jacquelín y Pól comenzó bien, pero se fue desplegando de una manera inquietante:

A la intimidad y al amor, les seguían frecuentes periodos en los que él se mostraba resentido e hiriente. Por alguna razón, él me alejaba agresivamente, y a esas alturas, su presencia se había convertido en una intrusión en mi vida, que yo no podía detener. En medio de este clima, y en esta etapa, es cuando me abrí, y empecé a leer el libro del "Destino de las almas".
Conforme pasaba las páginas, apenas podía creer lo que leía. Alguien me explicaba, detalladamente, las cosas que me ocurrían. Aquellas palabras escritas explicaban, exactamente, lo que me pasaba. Ni siquiera podía entender cómo alguien más podría saber eso. Había estado en un centro de recuperación, con terapia de cristales; había experimentado una ducha de curación, y vi que, mi hogar espiritual, es un jardín precioso, tal como el libro describe el lugar donde se orienta a las almas recién llegadas.
Estos descubrimientos me inquietaban, porque también planteaban preguntas que, aparentemente, no podían ser respondidas. Pasé varios días preguntándome qué hacer, quise contactar con el autor del libro y acudía a la página de internet del Instituto del autor para localizar a un hipnoterapeuta".

Los recuerdos espirituales se descubren durante la hipnosis profunda. El nivel necesario de trance se consigue en dos etapas; inducción y profundización. En esencia, tengo que establecer un estado de trance y, después, mejorarlo hasta llegar a ese nivel profundo. La duración de las inducciones puede variar, dependiendo del cliente, pero yo prefiero «ir despacio». Esta etapa suele durar una media hora.
Unos diez minutos después de haber comenzado la inducción de Jacquelín, ocurrió lo siguiente:

"¡Oh Señor! Este sentimiento de amor, tengo esta sensación al estar sentada al sol. Este calor y amor. Hay algunas personas a cierta distancia. Me estoy poniendo algo nerviosa, y ellas se han echado un poco hacia atrás; voy a intentar calmarme.
¡Oh Señor! Están allí, esa gente. Estoy como en un parque recreativo, y está toda esa gente, y están tan contentos de verme, oh, voy a llorar, la emoción me embarga, están tan felices de verme. Es tan físico, estoy en un parque de atracciones con personas físicas, siguen estando a cierta distancia, pero están allí. Se acercan, están detrás de una barrera, una barrera que les llega hasta las rodillas, esto también ocurrió la noche pasada y esta mañana. Después estaban en mi habitación, ¡Señor!, nunca he sentido la emoción de tanta gente, ¿quién es esta gente?
Todos tienen edades diferentes, hay una mujer con el pelo gris y gafas; ésa es mi niñera, no sé su nombre, y me sonríe. Quiere que me acerque, para poder abrazarme.
Hay un niño pequeño, de unos nueve años, cerca de ella, no sé quién es, no le reconozco. Él está allí, de pie, sonriendo, es pequeño para su edad, mi niñera acaba de cogerle de la mano.
He ido a otra persona, ella se abre en medio de la multitud y no sé quién es. Tiene unos treinta años, y es un poco más alta que yo. Muy confiada, me coge de la mano y es como si me conociera de toda la vida, pero yo no sé quién es.
Oh, es mi abuelo; ¡oh Señor!, es Bil. Bil nunca fue mi abuelo, él era el segundo marido de mi niñera, y yo le quería mucho, le quería mucho. ¡Oh Señor!, él está aquí, esto es muy emocionante, me voy a poner a llorar.
Ahora, se han ido con amor; lo siento, lo siento.

Después de este interludio, en el que salta hacia delante, continuamos más lentamente. Jacquelín regresó a una vida pasada en la que fue mujer de nombre, Beth, que tuvo una vida infeliz e insatisfactoria, con un matrimonio desgraciado. El último día de su vida estaba muy cansada, y el final pareció ser apropiado y normal.
Jacquelín cuenta lo siguiente. "Mi nombre espiritual es Sanu, y ahora estoy en casa, en mi jardín. La hierba está todo lo verde que puede estar, aunque necesita un corte. Cuando inspiro, puedo respirar los colores de las flores, e integrar la energía que me ofrece mi jardín. Tengo que estar aquí, durante algún tiempo, porque, de momento, no estoy preparada para seguir adelante.

Sanu me pregunta si me gustaría ver su casa, y me describe la decoración y los ornamentos hasta que vuelve a sentirse cansada. Tenemos que esperar para que recupere, completamente, su energía. Se hace una pausa en los procedimientos, y ella toma una ducha que la limpia de su última vida.

Pregunto a Sanu si le gustaría encontrarse con su guía, pero antes de que pueda pronunciar estas palabras, ella dice:

"Él está aquí, y es Pól. No me esperaba esto; oh, ¿por qué me sorprendo? Es amable y muy hermoso. Su nombre espiritual es, Treymar. Se siente muy feliz de verme, y se presenta tal como le veo en la Tierra, para que pueda reconocerle. Es un poco extraño, porque yo no soy como soy aquí. Él también está en mi jardín, me coge de la mano y me abraza.

Jacquelín continúa describiendo una intensa conexión que puede sentir físicamente. Le dice a Pól que se comporte, porque no quiere pasar vergüenza. Esta conexión física es sexual, además de amorosa, y ella se siente abrumada por la belleza de Pól en espíritu, puesto que está con su encarnación terrenal. Él es su compañero del alma y su guía, y un amor eterno les vincula.

Su guía y compañero del alma, existen en dos lugares. La energía de este ser, está dividida en dos partes, aproximadamente iguales; una parte es pura y completa, y la otra, entrelazada y vinculada con el ser humano físico que es Pól.
La energía espiritual dentro de Pól, ya no es pura; ha quedado dañada por sus experiencias de vida, y está, extrañamente, separada de la pureza de Treymar.
Debido al cambio de la energía, ya no es la misma, y esto tiene repercusiones prácticas. Tal como está, la energía de Pól no puede reunificarse y, para volver a ser una, la parte que es Pól en la Tierra, tendrá que ser reparada cuando acabe su vida. Aunque se trata de una única entidad espiritual, sus aspectos no son capaces de conectar de manera significativa; el cuerpo físico y el cerebro de Pól están poseídos. Si la energía de Pól es insuficiente para afrontar esa situación, no se puede hacer nada.
Treymar es consciente de la situación, pero se limita a ser un observador; no puede alterar, o suplementar, la parte de su energía que ya está en uso en el cuerpo terrestre y, por tanto, no puede influir en las acciones y decisiones de Pól. Una vez que la energía ha sido asignada e instalada, por así decirlo, el ser resultante, -que podría ser usted, yo, o cualquier otra persona-, vive una vida independiente, y la estructura de la energía espiritual puede quedar, drásticamente, alterada por cómo nos vaya en esta existencia.

Ahora, Jacquelín acude a sus citas amorosas, pero no se apega. Ha desarrollado una perspectiva completamente nueva de sí misma, tanto a nivel físico como emocional. Sus hijas han observado, y comentan, su cambio de actitud y su mayor confianza. Parece que, finalmente, ha surgido su ser interno.
Jacquelín resume su perspectiva con claridad y comprensión, con estas palabras:
"He conocido, a mi pareja del alma y guía, en su verdadera forma espiritual. Ahora, entiendo mucho de lo que me daba miedo, y el conocimiento y la experiencia de mi papel eterno en el universo, y el hecho de saberme amada tan completamente, por tanta gente, han cambiado toda mi perspectiva sobre mi propio ser en esta tierra, mi vida, y mis expectativas. Estoy, verdaderamente, unida y fundida con mi cuerpo y mi alma.