martes, 2 de agosto de 2011

CAPÍTULO 15. Dos suicidios.

Es interesante oir el capítulo si no eres sordo. Y leerlo, si no eres ciego.



ROSANA VINO A VERME porque sufría mucho la pena y el duelo de haber perdido a dos de los miembros de su familia más cercanos y queridos. Ambos se habían suicidado.
A lo largo de los años, había probado muchas cosas para curarse; terapia convencional, viajar, quedarse en casa, y enterrarse en el trabajo; además de pasar largas temporadas sin trabajar. Como le encanta el arte, probó arte-terapia, así como la expresión a través de diversos medios artísticos, para intentar liberar su profundo y constante dolor.
Nada parecía ayudar.
Esto es lo que me contó sobre ese periodo; «Mi vida, estaba destrozada. Tenía un gran agujero negro dentro de mí. No podía recuperarme".
También se quejaba de tener constantes pesadillas, de tener fantasías de suicidio, y una autoestima tan baja, que le mutilaba la existencia.
Rosana había crecido en un hogar disfuncional, emocionalmente frío y distante. Enemistada con su madre, irascible y abusadora verbal desde su primera infancia, su hermano mayor, Ben, fue su único aliado, la única persona de la familia en la que sentía que podía confiar. Él, fue su madre adoptiva, su protector, y su mejor amigo. Su padre, raras veces estaba en casa y, cuando lo hacía, se mostraba emocionalmente distante. Ella y su hermano, fueron íntimos a lo largo de toda su infancia. Ella sentía que su hermano era el único que, realmente, la quería, y sus recuerdos positivos de la infancia eran los de los juegos felices que habían compartido.
A los diecisiete años, Ben, se suicidó. Aunque su familia trató de convencer a Rosana de que había sido una muerte accidental, ella sabía la verdad. Había tomado una sobredosis de la larga lista de medicamentos que tenía su madre.
Rosana, se sintió desolada, y siguió así durante muchos años, luchando con sus sentimientos de culpa, vergüenza, ira, abandono, soledad, y baja autoestima. Incluso hoy, sigue sintiendo que debe haber algo que ella podría haber hecho para cambiar las cosas; que si ella hubiera sido diferente, Ben, seguiría acompañándola hoy. Durante años, repasó mentalmente, una y otra vez, los días anteriores al suicidio.
El hecho de que fue ella la que acabó encargándose del funeral, del ataúd y enterramiento de su hermano, habla de su fuerza interna, y de la disfuncionalidad de su familia. Entonces, Rosana, sólo tenía quince años.
Creció hasta convertirse en madre soltera y esforzada, de mediana edad, con dos hijos adolescentes. Su hijo menor, Andrés, fue diagnosticado mentalmente como sujeto bipolar. Durante la adolescencia de Andrés, observó, con impotencia, que su hijo empezaba a desarrollar los síntomas de la esquizofrenia. Después de varios años de una adolescencia dura y agónica, de subidas y bajadas tanto físicas como emocionales emocionales, Andrés se suicidó. Y lo hizo, también, a la edad de diecisiete años.
Rosana se sintió completa, y totalmente, desolada. Se convenció de que, si hubiera estado más por él, es decir, si hubiera sido más amorosa, más comprensiva, o más de algo por definir, eso, su muerte, no habría ocurrido. Creía, que había sido mala madre, y su autoestima tocó fondo. Me contó lo siguiente;
"Cuando murió Andrés, fui a un terapeuta. Hicimos mucha terapia juntos y, finalmente, pude volver al trabajo, pero mi alma se había ido. Simplemente, estaba demasiado destrozada para volver a juntarla. Aunque tomaba medicación para la depresión, el dolor interno era muy intenso. Pensaba que me lo merecía".
Tal vez, su creencia más dañina era pensar que ella no merecía ser feliz, ni tener cosas buenas en su vida. Creía que, como le habían ocurrido aquellos sucesos terribles, su incapacidad de impedir los dos suicidios demostró que no merecía amor, alegría, éxito o felicidad en su futuro. Empezó a tener fantasías de suicidio más gráficas, viéndose a sí misma saltar a un precipicio, con un precioso vestido blanco; por fin ya no sentiría dolor emocional.
Éste es el camino que había recorrido mi cliente cuando vino a verme hace dos años. Sentí que teníamos que hacer algunas sesiones preliminares de terapia hipnótica para prepararla para la intensa y profunda experiencia de la regresión espiritual.
Empezamos haciendo sesiones de hipnosis convencional; usando sugestiones e imágenes para ayudarle a sentirse más relajada y en paz. Después, hicimos alguna regresión a la infancia y a vidas pasadas. Estas sesiones iniciales le ayudaron a soltar parte de la pena y del dolor emocional que había llevado consigo, y a empezar a identificar, y desenredar, algunas de las creencias distorsionadas que había adquirido en sus otras vidas, y aceptado como verdad, en su vida actual.
Exploramos algunas vidas relacionadas en las que había luchado por sobrevivir y, a menudo, había pasado hambre, esforzándose, día tras día, por conseguir comida. Una de las creencias que descubrimos en aquellas sesiones, era que la vida tenía que ser dura. Otras que encontramos en aquellas vidas, eran que, en realidad, ella no importaba a alguien; que no hay mucha alegría en la vida, sólo momentos libres de miedo; y que los niños mueren con frecuencia. Todas esas vidas habían contribuido a su creencia de que su existencia, tenía que ser ardua.
En muchas vidas pasadas, había tenido trabajos exigentes y experimentado una serie de limitaciones y restricciones. Me dijo; «No tengo elección. No tengo suficiente de nada; ni comida, ni ropa. Tengo frío, y paso hambre la mayor parte del tiempo. También tuve vidas de desigualdad e injusticia, en las que fui siervo, esclavo y granjero pobre. En una de esas vidas, me cortaron la cabeza".
Llegados a este punto, decidí que sería mejor posponer la revisión inmediata de la vida anterior de Rosana, hasta que estuviéramos preparados para entrar en el mundo espiritual.

Al entrar más profundamente en la relación entre sus problemas anteriores y los retos de su vida actual, se dio cuenta de que todas esas vidas difíciles le habían ayudado a entender, y explorar, las múltiples facetas de la impotencia.

Para equilibrar esta exploración, revisamos algunas de sus vidas felices, amorosas y pacíficas, para fortalecer su actual ego humano, integrando las experiencias en las que se había sentido segura y amada.
Nuestras sesiones de regresión a la infancia, se enfocaron en ayudarle a resolver su relación, todavía problemática, con su madre actual. Su madre, seguía siendo egoísta, infeliz, e incapaz de salir de sus propias necesidades, y no era consciente del daño que había causado a su hija. Al recordar todo esto en nuestras sesiones de regreso a la infancia, Rosana seguía sintiéndose una víctima; y dijo con tristeza; «Me siento tan engañada. Las cosas habrían cambiado mucho si mi madre me hubiera cuidado».
Después de estas sesiones iniciales, mi cliente empezó a sentirse más en paz, y centrada en su vida. También, menos deprimida. Había llegado el momento de hacer la sesión.

Los resultados fueron espectaculares. En su sesión, Rosana fue capaz de conectar, profundamente, con las almas de su hermano y de su hijo; vio, y supo, que eran felices, y que estaban en paz. Recordó, y por fin entendió con claridad, que los tres habían planeado, amorosamente, aquella vida que pasarían juntos, para poner a prueba el coraje de Rosana. Al principio de su sesión, al entrar en su experiencia prenatal, en el útero de su madre, Rosana se dio cuenta de que la frialdad de su madre había empezado allí. «Ella no quiere el embarazo. Es, como si yo no fuera humana. Ella no me quiere". Rosana percibió cómo se preparaba para el rechazo que iba a sentir.

Siguiendo con nuestra sesión; llevo a mi cliente de vuelta, a su vida más reciente. Se descubre como frágil mujer de dieciocho años, viviendo con su familia en un pueblecito. Recuerda su hogar, cómodo; su familia, ajetreada y feliz, y un hermano menor que ella ama profundamente, y del que se suele ocupar.
Atrapada en un fuego cruzado de la Segunda Guerra Mundial, muere sola, en el barro, cerca de la casita familiar con techo de paja. «No podemos correr más que los tanques. El suelo vibra. Estoy desorientada, yaciendo a gatas en el suelo, apoyada sobre manos y rodillas, y no puedo levantarme. No puedo seguir a mi familia. Estoy aterrorizada. No entiendo lo que ocurre. Esto parece, y huele, como un infierno. No consigo salir de esta colina". Y, finalmente, me dice; «Estoy arriba, mirando hacia abajo. He muerto".
Se da cuenta, de que, en su vida inmediatamente anterior, también sintió que, si hubiera sido más fuerte y más rápida, podría haber salvado a su hermano, y a sí misma. Este tema del poder hacer más, continuaría, aún con más fuerza, en su vida actual.
Al alejarse flotando, de la escena de su muerte, todo es muy brillante a su alrededor. «Creo que esto, (el brillo), es para que me sienta bien. Me encanta la sensación que produce".
Entonces, le rodean ocho luces color púrpura. Su primer pensamiento es que son guardianes espirituales de algún tipo. «Quieren hablarme, para asegurarse de que no me queda nada de la Tierra. Si te llevas algo traumático contigo, ellos lo saben". Las luces desaparecen, y se da cuenta de que eran seres amorosos y rejuvenecedores, que estaban allí para ayudarle a volver a casa. Y dice; «Ya no estoy sola. Ahora me ayuda un amigo. Es la luz que me rodeaba, informándome de que está aquí. Creo que es mi guía espiritual, Yéison. Es una luz clara y brillante. Ahora, soy una forma simple, una luz amarillo naranja". 

Rosana sigue contando; "Ahora, ruedo por una colina llena de hierba. Es pura alegría, tan curativa, es como volver a ser un niño. Esto me cura de mi vida anterior. Mi hermano pequeño, (de la vida que acabo de dejar atrás), también está aquí. Somos como dos cachorritos rodando colina abajo. Aquí no hay juicios. Podría tener cualquier edad. La hierba es tan verde y suave. La colina es perfecta. Todos los colores son tan brillantes". 

Entonces, mi cliente toma conciencia de un banco de mármol blanco, en donde ella y, Yéison, hablarán sobre la vida que acaba de completar. Pero no va a ser así. Rosana quiere encontrarse, inmediatamente, con lo que llama; «las viejas almas sabias». N quiere quedarse en el banco, ni ir con su grupo de almas.
A medida que llegamos al consejo de los ancianos, ella se encuentra en un ambiente de la Grecia clásica, con pilares de mármol blanco. Allí, se le unen seis «seres de pelo blanco, con túnicas blancas», situados alrededor de una mesa un poco elevada. Comenta, que estos seres le parecen más grandes que ella. Ellos esperan, en silencio, hasta que ella está preparada para empezar. Los dos del centro abren la sesión.
Comunican amorosamente con ella, ayudándole a recordar que, la clave de su última vida, ha sido la valentía. Su principal objetivo en esta vida ha sido ser más valiente, demostrándose  que puede ser muy fuerte frente al dolor intenso y la adversidad.

Ahora, ella recuerda, claramente, que su alma ha orquestado las adversidades de la infancia de su vida actual, infancia difícil y solitaria; y los demás retos de su vida, como madre soltera. Incluso, los dos suicidios que tanto le han afectado, fueron, también, planeados cuidadosamente, para poner a prueba, y potenciar, su valentía y fuerza interior. Entiende, que esta vida, sólo es una de toda una serie de vidas planeadas para ayudarle a potenciar las cualidades que su alma busca. Las vidas pasadas difíciles que habíamos explorado, también eran ejemplos de esta misma lección.

Los ancianos quieren que sepa que su hijo, Andrés, es un alma vieja, que ha hecho lo que habían acordado, para ayudarla a crecer, y que ella también ha ayudado a Andrés, a lo largo de su camino.
A pesar de ser un niño difícil y terco, ella fue capaz de darle la libertad de ser él mismo, ofreciéndole seguridad sin juzgarle. Gracias a su apoyo y amor, él tuvo una vida plena durante diecisiete años, a pesar de su enfermedad mental. Se da cuenta de que dejarle ir, después de su muerte, también formaba parte de sus pruebas. Y supo, que había cumplido su parte del trato.
Además de arrojar luz sobre otra serie de cuestionamientos que Rosana tenía sobre sucesos importantes de su vida actual, los sabios le recuerdan la necesidad de diferenciar entre, fuerza, y obstinación. Ella se da cuenta de que, aunque a veces la obstinación se considera un producto de la fuerza, la valentía y la obstinación son cualidades muy diferentes. Los ancianos también le comunican, que quieren que se rejuvenezca con más frecuencia. Le dicen, que tiene que protegerse más de su culpabilidad, que ha sido demasiado dura consigo misma. «Necesito quererme más. Todo está bien". Se da cuenta, con certeza, de que lo que ha creado sus dificultades en la vida, no han sido sus errores, o su falta de tenacidad, sino la cuidadosa planificación y acuerdos que hizo con varias almas, para ayudarse a fortalecer la suya.
Al final de la reunión con los ancianos, ellos le recuerdan que se responsabilice de sus dones psíquicos, algo que le ha costado reconocer hasta este momento.

Rosana, ve a su hijo, Andrés, fuera de la cámara del consejo, y va a su encuentro. Él se presenta como nunca le vio antes; maduro, sabio, brillante, y fuerte, un hombre mayor. «Me da las gracias por la fuerza y la valentía que demostré cuando estaba creciendo. Me pide que siga siendo fuerte para su hermano, que sigue vivo. Siente haber tenido que hacerme pasar por tanto dolor". Su querido hermano, Ben, también está allí. «Está haciendo el payaso. Quiere que sea feliz, que me ría, que encuentre alegría. Me ama". Ella le pregunta por qué le abandonó. «Ahora me muestra que su camino se cerró al comienzo de su vida, y que su muerte también formaba parte de un plan mayor. Los dos necesitábamos experimentar su muerte para nuestro crecimiento. Yo necesitaba encontrar la fuerza y la valentía necesarias para superar esa situación".

A medida que nuestra sesión continúa, empieza a contemplar los intensos acontecimientos de su existencia a la luz de la verdad. Rosana comprende, plenamente, que su vida, en lugar de dar testimonio de lo que ella no se merece, ha sido cuidadosamente planificada para permitirle ejercitar la fortaleza, la sabiduría y la valentía de su alma. «Ahora, se me da la oportunidad de rehacer algunas cosas. Puedo verlo".

También se da cuenta, de que la causa de sus dolencias físicas es que es muy dura consigo misma. «Tengo que aligerarme. Por más que te prepares, las cosas ocurren". Se le dice, que puede librarse de su constante dolor físico no siendo tan obstinada. «Tengo que entender la diferencia entre, obstinación, y fuerza interna, y aprender a soltar algunas cosas, porque no puedo controlarlo todo". Al final de la sesión, se siente agradecida.

Actualmente, dos años después, el entendimiento ha hecho que Rosana deje de sentirse víctima, y le ha permitido conectar, conscientemente, con la fuerza interna que llevaba tanto tiempo buscando. A medida que van encajando las piezas de su vida, Rosana sigue dejando atrás su identidad de víctima.
Ahora entiende esto; «Mi madre me preparó para no ser valiente, no me dio una base sólida, ni unos buenos cimientos. Me hizo creer, que si pedía ayuda, era débil. Esto me permitió buscar muchas maneras de cuidar de mí misma, lo que, en definitiva, me ayudó a crear la fuerza interna que buscaba. Todo estaba diseñado".
A medida que cambia su punto de vista, de víctima por el de tener fuerza interna, Rosana ha identificado muchos ejemplos de su vigor y coraje. Esto le ha ayudado mucho, a encontrar paz en su vida actual. Se da cuenta de la valentía que necesitó después de la muerte de su querido hermano. Y entiende que tomó, conscientemente, la decisión de ser valiente después de la muerte de su hijo, para que sus amigos adolescentes pudieran seguir adelante con sus vidas. Sigue teniendo nuevos entendimientos cada día.
Tanto lo que comprendió, como el conocimiento que adquirió en su sesión, la han cambiado completamente. Por fin, ha sido capaz de seguir adelante con su vida, dejando atrás la sensación de horror, y las heridas, aparentemente incurables, que habían producido los suicidios. Y el hecho de saber, que esos dos miembros de la familia están bien, y están, exactamente, donde deben estar, le ha dado la paz mental que tanto buscaba.
Ahora, sabe que tiene que seguir adelante, con alegría y felicidad. «Estoy aprendiendo a relajarme, y a disfrutar de la vida. Las cosas ya no son blancas o negras. El amor está por todas partes. Ellos quieren que vea los arcoiris de la vida".